lunes, 28 de abril de 2008

Taller



Quiero trazos y un hilvan

Ser una pieza en pespunte

Reuniendo retazos de mi ausencia

Verlos agitarse en mi tendal de soledad.

jueves, 24 de abril de 2008

El ultimo verano sin olivos.

Marchaba el reloj, una visión sobre las próximas calles adornadas con anejos olivos veía Fernanda al cerrar los sistemas en los que trabajaba las últimas ocho horas y veinte cinco minutos.
Ella se preguntaba si el último verano también guardaría las nostalgias del ambiente sofocante, si los rostros que le enseñaron a contemplar con mayor exactitud la humanidad vulnerable de su naturaleza serian los mismos pero con diferentes gestos que estimularan acentuar las arrugas de su frente dos veces más de lo habitual.

Fernanda miraba rápidamente alejarse las ramas en el camino, intentó por el retrovisor del autobús solicitar el primer request del viaje al conductor, sin embargo las ramas seguían perdiéndose con el mismo ritmo allá afuera, donde las calles abultadas de pequeños e inexpresivos japoneses compraban las verduras colocadas casi geométricamente sobre los estantes verdes de madera que estacionados al ras de la avenida principal exponían su color y brillo casi artificial.
Voltaire fue cruel buscando alimentar su satisfacción egocéntrica sin fondo y reafirmar su genialidad, pensaba Fernanda ubicándose en aquellas épocas de opio y manuscritos perdidos, que bien sabían las eventuales amantes de sangre joven del escritor y filosofo francés que el amor perdura bien en tinta y pluma y con mayor convicción de ello recibir suculentas ganancias por su entrega, y con ello el peso de lagrimas de decepción, después de todo el amor no siempre paga mal.

Jaló la tira y con satisfacción vio su segundo y último materializado request alumbrado en letras rojas desde arriba del pasillo angosto del vehículo estatal. Las ramas fornidas se poblaban de hojas verdes, tomaban forma de frondosos árboles mientras la velocidad descendente de los neumáticos pincelaba las texturas de sus raíces prominentes.
Fernanda agradeció al conductor por inercia mirando el retrovisor comprendiendo la metodología a aplicar en su próximo viaje cuando la visión de anejos olivos se dispare un día de verano como aquel, donde la vulnerabilidad por nostalgias de gestos nuevos en los rostros sea un pretexto para desnudar sus pies y caminar por el bosque de su soledad.


La inquilina

La inquilina
Mujer con gato de Fernand Léger